Resumen historico de La Vía Campesina

La Vía Campesina surgió en un particular contexto económico, político y social que estaba minando la capacidad de los campesinos y campesinas del mundo de mantener el control sobre la tierra y las semillas.

Surgió en una época en la que un modelo particular de desarrollo rural estaba alterando los paisajes rurales, amenazando con convertir el conocimiento local en algo irrelevante y denigrando las culturas rurales. Los elementos claves en este fenómeno fueron la intrusa globalización de un modelo industrial de la agricultura, por una parte, y la búsqueda de un enfoque alternativo entre aquellos que han sido más afectados por la epidemia de la dislocación creada por su aparición.

En mayo del 1993, en una conferencia llevada a cabo en Mons, Bélgica, 46 representantes (hombres y mujeres) de organizaciones de campesinos, pequeños agricultores, pueblos indígenas y trabajadores del campo de varias regiones, crearon La Vía Campesina. Pero las raíces de La Vía Campesina se remontan tiempo atrás. Durante la década de los 80, los miembros fundadores de La Vía Campesina participaron en diálogos e intercambios con contra partes de sus regiones e internacionales. Esto condujo a la creación de movimientos regionales tales como la Coordinadora Campesina Europea (CPE) en Europa, así como la Asociación de Organizaciones Agrarias Centroamericanas (ASOCODE) y la Coordinadora Latinoamericana de organizaciones campesinas (CLOC) en América Latina.

El diálogo y los intercambios llevaron a la firma de la Declaración de Managua, suscrita por representantes de ocho organizaciones campesinas de Centroamérica, el Caribe, Europa, Canadá y los Estados Unidos, que se habían reunido para participar en el Segundo Congreso de la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos celebrado en Managua, Nicaragua.

La Vía Campesina se creó en el Norte y en Sur con unos objetivos comunes: un rechazo explícito del modelo neoliberal de desarrollo rural, un rechazo indiscutible a ser excluida del desarrollo de la política agrícola y una determinación feroz de no “desaparecer” y un compromiso para trabajar juntos para dar fuerza a la voz del campesino. A través de la estrategia de “construir unidad en la diversidad” y su concepto de Soberanía Alimentaria, organizaciones de agricultoras y agricultores del mundo están trabajando para garantizar el bienestar de las comunidades rurales.

El objetivo de La Vía Campesina es traer el cambio al campo. Cambio que mejore los medios de vida, que aumente la producción local para el consumo local, y que abra el cambio en los espacios democráticos que den a la gente del campo un papel importante, una posición, y puedan decidir en asuntos que tengan un impacto en sus vidas. El movimiento cree que este tipo de cambio puede ocurrir solamente cuando las comunidades locales conquisten un mayor acceso al control de los recursos de la producción local, y cuando tengan un mayor acceso al poder social y político.

Desde la firma de la Ronda de Uruguay del GATT, en 1994, representantes de las organizaciones rurales del Norte, Sur, Este y Oeste, coordinados, caminaron juntos por las calles de Ginebra, Paris, Seattle, Washington, Quebec, Roma, Bangalore, Porto Alegre, Cancún y Hong Kong, entre otras ciudades. Cuando sea y donde sea que se reúnan las instituciones internacionales, tales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el Banco Mundial y la organización de las Naciones Unidas para la Agricultura (FAO), para discutir asuntos relacionados con la agricultura y los alimentos, La Vía Campesina está allí. La Vía Campesina está también en pequeñas comunidades donde campesinos y familias de agricultores, en lugares tan diversos como Honduras, México, Brasil, Guatemala, Indonesia, están resistiendo a la difusión de semillas genéticamente modificadas o han sido expulsados de sus tierras para facilitar el crecimiento urbano desorganizado, la construcción de campos de golf, el cultivo intensivo del camarón, grandes explotaciones porcinas o plantaciones de eucaliptos.

Para muchos esto es muy sorprendente. Durante más de cien años, aquellos que creían que sabían lo que estaba ocurriendo en el campo en todo el mundo, habían predicho la desaparición del campesinado. Seguramente, ahora ya deberían haber desaparecido todos. En vez de eso, integrados en La Vía Campesina, los campesinos están apareciendo por todos lados, una voz molesta y discordante en el coro que entona las alabanzas a la globalización.

La presencia de La Vía Campesina no ha pasado inadvertida. Luciendo gorras verde oscuro, pañuelos, camisetas blancas y flameando banderas verdes adornadas con su logotipo brillantemente colorido, mientras cantan con energía sus consignas, La Vía Campesina se ha convertido en una voz cada vez más visible y resonante de la oposición radical a la globalización de un modelo neoliberal y corporativo de neoliberalismo.

Esta resistencia alcanzó su cenit en septiembre de 2003, el primer día de la Quinta Reunión Ministerial de la OMC, que tuvo lugar en Cancún, México, con la trágica muerte del líder agricultor coreano, Lee Kyung Hae, que junto a otros 120 coreanos se había unido a la delegación de La Vía Campesina en Cancún, con el propósito de que la OMC se mantuviera al margen de los asuntos de la agricultura. Portando un cartel: “la OMC asesina campesinos”, Lee caminó hasta la alambrada que había sido construida para “proteger” a los negociadores de los manifestantes, y se mató de una cuchillada.

El extremo y dramático acto de resistencia simboliza aquello que La Vía Campesina ha venido repitiendo: la liberalización de la agricultura es una guerra contra los campesinos y campesinas, que diezma las comunidades rurales y destruye las familias de agricultores. El grito desesperado de Lee por un cambio, ayudó a reforzar La Vía Campesina, y desde entonces el día 10 de septiembre ha sido declarado como Día Internacional de la Protesta en contra de la OMC. Ese día, organizaciones de varios países se movilizan a favor de la Soberanía Alimentaria. Claramente, la muerte de Lee no fue en vano.

La creciente visibilidad de La Vía Campesina como un actor social, arraigado fuertemente en las comunidades locales, mientras que al mismo tiempo se ha ido involucrando con más experiencia en la escena internacional, ha atraído la atención de muchas organizaciones rurales en búsqueda de alternativas. Entre 2000 y 2004, el movimiento creció más de un 41%. Durante la Cuarta Conferencia Internacional del movimiento, que tuvo lugar en Itaici, Brasil, en junio de 2004, cuarenta y dos organizaciones se unieron a La Vía Campesina. La Vía Campesina está constituida ahora por cerca de 150 organizaciones en 70 países.

Gran parte del éxito de La Vía Campesina se debe a que está equilibrando, con gran tacto y esfuerzo, los diferentes intereses de sus miembros tratando de una manera abierta tópicos tales como género, raza, clase, cultura, y las relaciones Norte/Sur, que podría potencialmente causar divisiones. Según La Vía Campesina el conflicto no es entre agricultores del norte y campesinos del sur. Más bien, es una lucha entre dos modelos de desarrollo social y económico, que en muchos sentidos son diametralmente opuestos. Por una parte, un modelo globalizado, neoliberal, corporativo, donde se ve la agricultura exclusivamente como un negocio para ganar dinero y donde los recursos están cada vez más concentrados en manos de la agro-industria. La Vía Campesina, por otra parte, tiene una visión diferente, más humana, el mundo rural, un mundo basado en la Soberanía Alimentaria. Aquí, la agricultura está dirigida por los campesinos y campesinas, basada en la producción campesina, usa recursos locales y está adaptada a los mercados domésticos. En este modelo la agricultura desempeña una importante función social, siendo al mismo tiempo viable económicamente y ecológicamente sostenible.

La formación y consolidación de La Vía Campesina prueba que los campesinos y las familias de agricultores no han sido cómplices durante el proceso de reestructuración económica, ni tampoco han sido victimas pasivas ante el creciente empobrecimiento y marginación. Al contrario, están resistiendo activamente la globalización de un modelo industrial de agricultura. En efecto, agricultoras y agricultores están utilizando tres armas tradicionales de los débiles: organización, cooperación y comunidad, para redefinir el “desarrollo” y construir un modelo alternativo de agricultura basado en los principios de justicia social, sostenibilidad económica y respeto para las culturas campesinas y las economías campesinas. Esto implica la creación de alternativas viables, yendo desde las pequeñas cooperativas agrícolas, bancos locales de semillas, asociaciones de comercio justo, para reclamar formas tradicionales de agricultura. También significa unir estos esfuerzos más allá de lo local trabajando a nivel nacional, regional e internacional.

En la formación de La Vía Campesina, las organizaciones campesinas se internacionalizaron con eficacia y tuvieron éxito haciéndose un sitio en la arena internacional. La Vía Campesina está llenando este lugar con las voces de los campesinos y campesinas, articulando las demandas de los campesinos y las alternativas de los campesinos, en un esfuerzo para resistir la imposición de un modelo de agricultura industrial. La solidaridad y unidad experimentada por La Vía Campesina puede que sea el regalo más preciado de todos: la esperanza. Esperanza de que otra agricultura es posible. En efecto, La Vía Campesina nos permite imaginar que el cambio es posible y que se ha creado una alternativa. Esto está claramente capturado en la consigna de La Vía Campesina “Globalizar la lucha – Globalizar la esperanza.”

Sources :

D-P-H (Dialogues, Propositions, histoires pour une citoyenneté mondiale) www.d-p-h.info/index_fr.html