La biodiversidad, la diversidad de los seres vivientes que incluye las especies de plantas y animales, los ecosistemas y la variación genética, es la base de nuestra sobrevivencia en el planeta. Sin embargo, cada vez más ecosistemas se encuentran deteriorados e incluso destruidos, especies enteras están disminuyendo o en viá de extinción. Los principales motores de esta pérdida de biodiversidad, además del crecimiento demográfico, son el fruto del peso importante que ejerce nuestro sistema económico en ésta : perturbación del habitat, contaminaciones de todo tipo, sobrexplotación de los recursos y cada vez más, el cambio climático. Las zonas desérticas se extienden y en el fondo de los oceanos, zonas enteras de arrecifes se mueren. Esta situación nos afecta a todos, y en particular a los hogares más desfavorecidos, entre otros en zonas rurales o costeras, a menudo más dependientes de los ecosistemas de los cuales sacan los medios de su sobrevivencia. La preservación de la biodiversidad y la gestión sustentable de los ecosistemas están así ligados en parte a la eliminación de la pobreza. Constituyen un derecho de lxs ciudadanxs de exigir de sus gobiernos y de las empresas medidas e iniciativas de protección de esta riqueza natural irremplazable.

Uno de los enfoques utilizados en este sentido es la evaluación económica de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos que sirvan a guiar su gestion y la toma de decisiones económicas. Esta evaluación se refiere a las consecuencias de los cambios que desembocan de las opciones de gestión alternativas, más que del valor de los ecosistemas en sí. Este enfoque es sólo un instrumento entre varios que implementar. Tiene el mérito de reconocer la importancia de lo que el lenguaje económico llama de « capital natural », como base del desarrollo económico pero también de terminar con el « precio cero » de los recursos naturales no contabilizados, por ejemplo, en las cuentas nationales o en el precio de las mercancías. Tiene sin embargo límites evidentes : no cuestiona el principio de crecimiento, ratifica el concepto de escasez (de los recusos) sin mostrar precisamente que ésta es el resultado de un sistema económico basado en la rentabilidad inmediata, etc. ; sólo tiene sentido en contexto donde el valor social y cultural de los recursos ha perdido su sentido para la comunidad.

La ESS se inscribe en una visión más amplia de desarrollo humanista y sustentable : experiencias de gestión comunitaria de los bosques y las aguas, de recuperación y gestión de los recursos, soluciones energéticas sustentables, gestión basada en el territorio, la reflexión sobre los bienes comunes, etc, son unas cuantas pistas hacia una profundización de la democracia en la preservación de los recursos a través del diálogo, la deliberación y la toma de decisiones colectiva.